Ayer, enfundado en el mono de Alonso mientras calentaba para el partido del siglo, vi la siguiente noticia en una cadena nacional: “En Cieza (Murcia) se van a construir seis campos de golf”. Éste era el titular de la noticia en un informativo serio. En ella explicaban cómo en teoría se va a multiplicar espectacularmente la población de ese municipio asolado por la sequía, como toda Murcia. Una concejala explicaba que la sobreexplotación del terreno de su municipio no iba a causar ningún perjuicio a los recursos hídricos murcianos, pues el agua que se va a gastar en el pueblo va a proceder de las desaladoras.
Aparte de la dudosa calidad del agua desalada del mar, me sorprende el fenómeno de que de la noche a la mañana se prevea que la población de un municipio vaya a crecer exponencialmente, máxime teniendo en cuenta que toda esa zona es un erial. ¿Por qué se van a ir tantas y tantas personas a vivir a Cieza, y no a cualquier otro pueblo de alrededor o de otras provincias? Pero lo más espeluznante de todo esto es la construcción de seis campos de golf. Desconocía yo que la zona sureste del territorio patrio fuese cuna de también grandes golfistas, además de serlo de buenos melocotones y limones, pero doctores tiene la iglesia y constructores los ayuntamientos, está claro. Y yo te pregunto, amable lector, en el ranking de popularidad deportiva en España, ¿qué lugar ocupa el golf? ¿Puede ser el octavo o el décimo respecto al conjunto de los deportes? Sin duda el deporte rey es el fútbol, seguido del baloncesto y luego sería discutible la posición del tenis, ciclismo, atletismo, motociclismo, automovilismo, etc. En cualquier caso acordarás conmigo que cualquiera de los citados es en nuestro país mucho más popular que el golf.
¿Cuántos campos de fútbol, canchas de baloncesto, pistas de tenis, circuitos de carreras... hay en Cieza? No hace falta ser adivino para responder que hay pocos, y que me resultaría un poco difícil imaginar que pudiera haber, por ejemplo, seis circuitos para el deporte del motor (las calles no cuentan). ¿Por qué entonces en esta España nuestra están proliferando campos para la práctica de un deporte tan minoritario como elitista? Cuando entonces, en la época del Cuéntame, lo más chic era vivir en una urbanización con piscina. Ahora eso es de pringaos, y lo que mola es tener un campo de golf, y si pueden ser seis mejor, que a chulos no nos gana nadie.
De nada nos sirve que nos adviertan una y mil veces que España es un país seco, terriblemente seco, y que si las piscinas a veces suponen un gasto de agua inasumible, de los campos de golf mejor ni hablamos. Nos hemos creído que estamos en Escocia o Gales, o al menos lo parece pues hay que ponerse ciegos del etanol procedente de esas verdes (ésas sí) tierras, para llevar a cabo semejantes barbaridades urbanísticas mientras del balcón del ayuntamiento colgamos una pancarta que reza “Agua para todos”. Hay que ser optimistas, porque aunque en una década seremos un país desertizado, sin turistas a los que servir ni suecas a las que perseguir, también seremos portada de todos los medios de comunicación del universo. Ya veo los titulares: “Tiger Woods gana su octava chaqueta verde gracias a su caddie Manolo Sánchez García”.
Su estupor es compartido en este pueblo. Pero me da a mí que no habrá campos de golf. Por cierto ¿Por qué tendrá tanto predicamento como coartada excusa tan estúpida para construir urbanizaciones?
Su estupor es compartido en este pueblo. Pero me da a mí que no habrá campos de golf. Por cierto ¿Por qué tendrá tanto predicamento como coartada excusa tan estúpida para construir urbanizaciones?