Torero de salón
 
jueves, noviembre 23, 2006
Pequeña Miss Sunshine

Parece mentira que una niña de seis años, con sus inocentes fantasías, dueña y señora de ese mundo onírico que es la niñez y del cual nos despertamos cuando ya quedó demasiado atrás, pueda ser la salvación de su hundida familia. Pero así es. Pequeña Miss Sunshine es la historia de la redención de una familia a través de su miembro de menor edad, un niña rechoncha que usa gafas de montura desproporcionada, pero que pese a todo quiere ser la ganadora de un concurso de belleza infantil que se celebra a muchos cientos de kilómetros de su casa. Es, en fin, el relato de una familia cuyos miembros siguen, cual discípulos a su mesías, a una encantadora niña que a su vez persigue un sueño infantil. Ella y su ilusión se convierten en el clavo ardiendo al que se agarran unos personajes desesperados porque ellos no comprenden la vida, o porque la vida no les comprende a ellos.

Esta película se puede calificar de road-movie de carretera, una especie de Easy Rider familiar y con una tartana por furgoneta. Bajo la aparente sencillez y humildad de la historia, pues además es una película hecha con cuatro duros, subyace una reflexión muy profunda sobre el ser humano, sus miserias, sus sufrimientos, sus miedos. Empleando a personajes de lo más variopintos (un padre fracasado, una madre angustiada, una hija que sueña con ser miss, un hijo peleado con su pequeño mundo, un tío homosexual suicida y un abuelo cocainómano), Pequeña Miss Sunshine nos ofrece un retrato maravilloso de la lucha por unos sueños convertidos en pesadillas. Estos seis personajes nos hacen reír y nos hacen llorar. Nos hacen vivir. Pocas veces una película tan humilde, en el mejor sentido de la palabra, había logrado calar de tal modo en el alma de los espectadores.

Si algo puede sorprender por encima de todo, es que esta película no está triunfando gracias a un apabullante y sesudo márketing. Nada más lejos de la realidad. Esta cinta aguanta dignamente los envites de superproducciones que llegan semana tras semana a nuestras carteleras, y todo gracias a un boca a boca de ternura y amor. Así se ha logrado una cadena imaginaria de personas que han salido del cine queriendo a esta tan fracasada como humana familia, que también podría ser la suya, y por tanto también a sí mismos. Cuando la vida nos niega una y otra vez el pan y la sal, a veces no viene mal tirar por la calle de en medio, hacer alguna disparatada locura que nos sirva de catarsis para recuperar la razón. Propongo que nos subamos con ellos a su furgoneta, para aprender de este triste y bello viaje por las curvas de unas vidas que también pueden ser las nuestras. Para ello basta con unirnos empujando en la misma dirección.

posted by Fernando Solera 7:55 p. m.  
 
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